Tan cerca y tan distintos

Por Bruno Ruiz


Recuerdo el momento con toda claridad. Un momento clave, si se quiere. Dábamos la vuelta, mi esposa, hijos y yo, en un barco por la bahía de San Diego, uno de los tantos recursos turísticos que proliferan en aquella localidad.

El guía iba haciendo comentarios en torno al paisaje de la bahía, de pronto enfocó su atención hacia el horizonte que se delineaba a lo lejos. Era el 'skyline' de Tijuana.

"So close, yet so different", dijo ("Tan cerca y tan distintos"). Lo dijo en un tono pensativo y melancólico que me pareció un tanto pretencioso. Digo, ¿qué tan distintas podrían ser dos poblaciones que comparten todo, que son separadas por una frontera transparente (literalmente), y que diario viven una especie de simbiosis cultural y social?

Y sin embargo, a pesar de estas reflexiones momentáneas, el comentario del guía se quedó en mi mente. Algo había de cierto. Lo intuía.

Con el tiempo lo pude ir comprobando. Sobretodo porque yo deambulaba en un ir y venir, teniendo mi trabajo en San Diego, mi familia en Tijuana, me vi confrontado continuamente con contrastes. Era como estar en dos lugares y en ninguno a la vez. Lo que aporta una especie de objetividad singular.

Diferencias de idiosincrasia, entre los Tijuanenses y Sandieguinos. Las costumbres sociales, la forma ‘norteamericana de vivir’. The American Way of Life. Los enfoques distintos hacia la importancia de la familia. En una región no es primordial, mientras en la otra todo se basa en ella.

Un sinfín de situaciones y variedades sociales que efectivamente, podrían contradecir toda noción de que Tijuana y San Diego, dos poblaciones tan cercanas, en realidad, algo distintas.

Por decir unos ejemplos, porque los hay muchos, las formas como ambas poblaciones invierten su tiempo en la recreación. Aparte de contar con una variedad impresionante de ofertas en San Diego, los anglosajones viven el tiempo libre de forma más informal y relajada.

Un fin de semana cualquiera, cualquier paisano de Tijuana, si es que no está visitando San Diego, quizá termine visitando algún familiar o amistad o fiesta. Una salida al cine o a la iglesia, ir a comer, y su fin de semana está completo.

Mientras tanto en San Diego, a unos metros de distancia, los amigos de cabello rubio invierten su tiempo en alguna actividad recreativa al aire libre. Un evento de surfing, una sesión de jogging en uno de los múltiples parques que tienen a su disposición, algún evento comunitario o desfile o celebración de ‘algo’. Algunos aventureros de hueso colorado se lanzan a las montañas para andar en bicicleta, o senderismo, o camping.

Ejemplos como estos abundan, y entre más se fija uno en ellos, se comprende que efectivamente, somos algo distintos.